lunes, 13 de abril de 2009

El gozo de la Soledad


Esta entrada está didicada con todo el aprecio al POETA GUSTAVO FIGUEROA V.





F. Nietzsche afirma que ya a los siete años de edad era consciente de que ninguna “palabra humana” podría tocarlo.

Cuando un niño juega se sumerge en el juego, él mismo es el juego. Desaparecen los padres, el mundo, él mismo desaparece. ¿En ese instante puede “palabra humana” alguna tocarlo?

Ese instante es un instante de éxtasis, es un instante de soledad pura. En ese momento no eres ni un niño ni un adulto ni un viejo, no eres feo ni hermoso, no estás enfermo ni saludable, ni rico ni pobre, no eres del norte o del sur o del oeste o del este, ni alto ni bajo, no eres un pecador o un culpable…y no eres… un creyente...

Ninguna “palabra humana” puede tocarte.

La sociedad y la cultura permiten estos momentos, y así, solo por instantes, pero no es posible que permita que toda la vida sea ese gran instante.
Es imposible que la dinámica de la cultura como está pensada se base en semejantes estados de conciencia.

La historia registra que existió un momento la posibilidad de pensar la existencia desde otra perspectiva, cuando Sócrates afirmaba y ponía a girar al universo en torno de su “solo sé que nada sé”.
Es decir, llegó a dibujar la posibilidad de no saber si era griego o persa, si creía en los dioses o no creía, si era necesaria la guerra o no lo era, si era aristócrata o no.

Ese es el gran peligro de llegar a estados de soledad, porque se empieza a ver de otra manera y no de la forma que está programada para que veas.

Es como decir de un momento a otro para qué escribir de derecha a izquierda; sería imposible que alguien en el mundo de los escribientes y lectores de derecha a izquierda pudiera oír.

La sociedad obliga a ser como ha establecido que debes ser. No puedes ser de otra forma que las matrices que han sido programado para ti.

Intenta ser de otra manera, y serás marginado, empujado a ser un solitario un incomprendido. Un despreciado. Debes emprender una guerra a muerte contra lo establecido que te obligará a obedecer a como dé lugar, no tienes alternativa, o claudicas o claudicas.
La cultura te condena al infierno si no obedeces.
Pero la misma soledad te puede dar el mejor regalo: la creatividad. Cuando te vuelves un creador te inventas a ti mismo, ya dejas de ser un patrón establecido que debes seguir y obedecer, empiezas a saborear la libertad.

Prueba un momento de soledad y traza una línea o escribe una palabra o una frase o piensa en alguien, verás como el universo se llena de ti mismo, has dado tu primer paso hacia ti, sin temor, con total confianza y felicidad. En ese momento no eres esclavo de nadie, ni siquiera de ti mismo.

Ninguna “palabra humana” puede tocarte.


"Allí gozó de su espíritu y de su soledad y durante diez años no se cansó de hacerlo."

martes, 7 de abril de 2009

Cuando el Inicio es el Final


Una de las facetas apasionantes de la lectura del Zaratustra es que de entrada nos recibe uno de los grandes misterios de la humanidad: la DISOLUCION del grillete hipnótico del TIEMPO LINEAL de la historia y de la cultura.
Es un libro que EMPIEZA por el FINAL o FINALIZA por el COMIENZO o lo que es lo mismo no hay comienzo ni tampoco hay final.
De una vez se vive en la dimensión del eterno retorno o en el misterio de los anillos, es una obra de un empezar frenético y constante, ETERNO.
Veamos un poco lo que hay al final del libro en el capítulo de El Signo:
“ A la mañana después de aquella noche Zaratustra se levantó de su lecho, se ciñó su cinturón y salió de su caverna, ardiente y fuerte como un sol matinal que viene de oscuras montañas.«Tú gran astro, dijo, como había dicho en otro tiempo, profundo ojo de felicidad, ¡qué sería de toda tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!”…“… , Zaratustra está ya maduro, mi hora ha llegado: -Ésta es mi mañana, mi día comienza: ¡asciende, pues, asciende tú, gran mediodía!» - -Así habló Zaratustra, y abandonó su caverna, ardiente y fuerte como un sol matinal que viene de oscuras montañas.”
No quisiera desarrollar de entrada estas incógnitas, simplemente las dejaré planteadas y a medida que vaya avanzando en la lectura avanzaré en mi interpretación de este y otros temas, que como ya había mencionado anteriormente son interpretaciones desde el corazón, y dirigidas a los amantes en primer lugar.
En la siguiente entrada, hablaré sobre la soledad en la que Zaratustra gozó sin DESCANSO durante diez años. Porque esto tiene una relación estrecha con el eterno retorno y no se puede dejar pasar por alto.
Como abrebocas les dejaré un poema que dejó Winsta de Juan Luis Panero en uno de sus comentarios en la bitágora de Antonio el pasado 30 de marzo :
A la mañana siguiente Cesare Pavese no pidió el desayuno
Solo bajó del tren,
atravesó solo la ciudad desierta,
solo entró en el hotel vacío,
abrió su solitaria habitación
y escuchó con asombro el silencio.
Dicen que descolgó el teléfono
para llamar a alguien,
pero es falso, completamente falso.
No había nadie a quien llamar,
nadie vivía en la ciudad, nadie en el mundo.
Bebió el vaso, las pequeñas pastillas,
y esperó la llegada del sueño.
Con cierto miedo a su valor
-por vez primera había afirmado su existencia-
tal vez curioso, con cansado gesto,
sintió el peso de sus párpados caer.
Horas después -una extraña sonrisa dibujaba sus labios-
se anunció a sí mismo, tercamente,
la única certidumbre que al fin había adquirido:
jamás volvería a dormir solo en un cuarto de hotel.

Dedico esta entrada con mucho aprecio a mi nueva amiga Odi Noyola, naturalmente con la aquiescensia de caballero de mi gran amigo Gustavo Figueroa ateniéndonos al viejo refrán de "las damas primero" pues esta edición iba dedicada a él.